Es un rincón de mi vida, mis pensamientos, ideas, visitas y aficiones en mis momentos de ocio
28 may 2011
De Nijar a Huebro
Un buen día de mayo en plena jornada de reflexión electoral decidí junto a mi esposa subir a Huebro. Esta visita estuvo inculcada gracias a mi compañera Lina, que durante la Semana Santa, había realizado este trayecto, dándome como resultado para ella como una visita de unos 10 kilómetros suaves de subida. Ante esta opinión la propuesta estaba hecha y este buen día salimos hacia Nijar, en coche todo bien, llegada a Nijar fabuloso, la caminata comienza cerca de la plaza del ayuntamiento, una buena subida al principio donde aprecias un camino serpentante con un desnivel, donde el corazón lo vas poniendo a tono desde el principio. Sigue la subida de forma paulatina, grandes desniveles y barrancos, la carretera es una serpiente alrededor de la montaña, al pueblo lo divisas a lo lejos, en una de esas vueltas no lo ves, pensamos que estamos perdidos porque el pueblo no se ve, por fin vuelve a aparecer. Continuamos el camino solo nos adelantan unas bicis con caminar cansino, llevan todas las marchas metidas y el ciclista le falta el aire, uno es que no vaya sobrado, por lo que no lo envidia. Pienso si voy en bici iría andando o habría tirado la misma al barranco.
Cuando ves el pueblo cercano, nos cruzamos con unas senderistas bajando, le preguntamos que cuanto falta, y nos dicen que nos queda la mitad del camino.
¡Como es posible! Si huebro está a la vista, pero queda lo peor unas cuestas asfixiantes, que me producen ahogo con solo pensarlas, aquello era para terminar la faena, me parecía que no llegaba. Me acordé de Lina, no entendia lo que era suavidad ( para suavidad como se quedaron mis piernas por la tarde, no me podía mover), pero empecé a tomar aire, el paisaje me importaba tres pepinos, solo quería llegar, ese era mi reto y creía que no lo iba a conseguir, aunque mi único sueño era pensar en la vuelta y llega a mi coche. Después de adelantarnos unos cuantos ciclistas agotados, que parecían que subía el Tourmalet, no sin muchas dificultades y sin parar solo para hacer algunas fotos, topamos con Huebro, no había absolutamente nadie, las puertas de las casas cerradas, solo dos perros había en una calle, con cara de pocos amigos, nos fuimos por otra calle, ya que no estabamos en condiciones de salir corriendo.
Realizamos la bajada con otros ánimos y con una mayor rapidez, aunque recuperamos diez minutos respecto la subida, peligraban mis rodillas, era demasiado rápido temía romperme y no llegar a mi Almería, al final gozábamos porque el pueblo se nos iba perdiendo, pensábamos en no volver a repetirlo, si lo haciamos sería en coche.
Es un senderismo para gente preparada y con ganas de reventarse y machacarse el cuerpo, una experiencia inolvidable que quedará en la historia de mi vida.
Han sido mis sensaciones, pero durante el viaje aparte del ejercicio físico, denotas el paisaje como va cambiando, el mar de invernaderos del Campo de Nijar, el fondo del Mediterráneo, la distinta variedad de plantas desdeNijar hasta llegar a Huebro, los olores, el aire puro y sano que respiras, son muchísimas sensaciones que se aprecian a lo largo y ancho del camino.
Es una experiencia que merece la pena vivirla
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